LA DELEGACIÓN DE IGUALDAD INFORMA SOBRE EL SIGNIFICADO DE “TECHO DE CRISTAL”

La Delegación de Igualdad del Ayuntamiento, como cada semana, y a través de infografías, da a conocer temas relevantes relacionados con la mujer, apostando así por facilitar información de muy diversos aspectos, relacionados con la igualdad, la educación, además de diversas temáticas que consideran interesantes que se conozcan.

 

El término «techo de cristal» («glass ceiling barriers» el original en inglés) apareció por primera vez en un artículo del Wall Street Journal en 1986 en los Estados Unidos. El artículo describía las barreras invisibles a las que se ven expuestas las mujeres trabajadoras altamente cualificadas que les impedía alcanzar los niveles jerárquicos más altos en el mundo de los negocios, independientemente de sus logros y méritos.

 

Se define como una barrera invisible que impide a las mujeres desarrollarse al máximo en su carrera profesional, vetando su acceso a altos cargos dentro de su empresa. Es una barrera invisible porque no hay leyes ni dispositivos sociales ni códigos que impidan el acceso a la mujer a estos cargos; sin embargo, esa limitación se sustenta en otros aspectos que son imperceptibles, como las cargas familiares, las oportunidades laborales o los roles de género impuestos a ciertos trabajos. El techo de cristal es un hecho demostrable estadísticamente que conlleva situaciones desiguales entre hombres y mujeres a nivel laboral (Burín, 2000).

 

En muchas situaciones la sutil barrera que frena el acceso de las mujeres a altos puestos y a su promoción profesional, se explica por su doble papel de mujeres y madres.

 

Muy relacionado con esto está la doble jornada. ¿A qué nos referimos con este concepto? Por regla general, ya sabemos que las mujeres se dedican en un gran porcentaje a las tareas domésticas, pero nos encontramos con una mayor incorporación laboral de estas mujeres a puestos de trabajo remunerados.

 

Para las mujeres la doble jornada supone, por un lado, una “doble carga de trabajo”, la productiva, o la que se ejerce fuera del hogar, remunerada, y la reproductiva, la que se da dentro del hogar, sobre todo labores de limpieza y cuidados, y no está remunerada, lo cual repercute en sus posibilidades de empleo y de carrera profesional.

 

Por otro lado, esta doble jornada pone de relieve un cambio en la identidad femenina, en el cual, el protagonismo de la mujer no está restringido únicamente al ámbito doméstico-familiar, sino que su protagonismo es ambivalente, con una síntesis entre el ámbito público y privado, entre empleo y trabajo doméstico-familiar.